Por: Mauricio Franco (Instructor del Arte de Vivir y Coordinador de Programas para Organizaciones A.I.V.H.)

1. La limpieza es lo esencial. La casa y todos los espacios deberían de estar limpios y con aromas frescos y suaves, encender algún incienso solo por un rato puede ayudar. Para que los niños y los jóvenes sean partícipes de la limpieza de la casa te recomendamos poner música bailable de cualquier tipo, esto los aliviará la “carga” de realizar trabajos domésticos, invítalos a que bailen y jueguen mientras ordenan los trastes, sacan la basura o bien recogen su propio cuarto. Si ellos ven que tú la estás pasando bien, los contagiarás.
2. Mantén aireada tu casa. Mantén abierta un par de ventanas para que circule el aire, en oficinas o colegios donde no circula el aire es más fácil que la gente se duerma. Recuerda que el aire es vida y sin él la atmósfera se puede llegar a sentir densa.
3. 30 minutos de música antes de que tus hijos o visitas lleguen. Música suave ambiental, sonidos de flauta es lo mejor para armonizar la casa, también mantras suaves, música new age o cualquiera a tu criterio que propicie la relajación. Tus hijos se sorprenderán de sentir la casa con “buena vibra”.
4. Empecemos a hablar de cosas positivas. La mayoría del tiempo hablamos solo de cosas negativas en casa, alguna tarea que no realizaron, quejas sobre la rutina, algún detalle que a alguien no le pareció y de inmediato se permea el ambiente de energía negativa y casi siempre arrastra una emoción fuerte. Ahora, no decimos que no se deba discutir un tema o hacer hincapié en una responsabilidad por resolver, eso se tiene que hacer sin lugar a dudas, pero es mejor empezar a hablar de cosas positivas, que tu primera proximidad con tu familia sea con una sonrisa y con la misma liviandad marcar errores y pedir apoyo.